Sunday, September 03, 2006


¿Exclusión Cartesiana de la locura?
Foucault-Derrida

“...En fin, aun entonces no creo que mi locura sea
la de persecución, ya que mis sentimientos en estado
de exaltación desembocan más bien en las
preocupaciones de la eternidad y de la vida eterna...”
(Van Gogh. Ultimas cartas desde la locura)

“¿y como podría negar que estas manos y este cuerpo son míos? A menos que me compare con esos insensatos cuyo cerebro está de tal modo turbado y ofuscado por los negros vapores de la bilis que aseguran constantemente que son reyes, siendo muy pobres, que están vestidos de oro y púrpura, hallándose desnudos, o que se imaginan que son cantaros o que tienen un cuerpo de vidrio. Pero son locos y yo no seria menos extravagante si me condujera según su ejemplo”[1]
¿Como suponer que el pensamiento cartesiano (por mas refutable que sea) no exige una critica dentro de la actualidad –moderna o posmoderna (?)- o que en la interminable tarea de los filósofos es intocable alguna arista del circulo cartesiano? Y es precisamente dentro del texto antes citado donde se enmarca la polémica entre Michelle Foucault y Jacques Derrida. En la que cada quien se “juega la vida” por defender su pensamiento, incluso tiene fuerza tal para romper la amistad y la relación profesor alumno que tenían durante años. Conflicto personal que luego de la detención de Derrida en Checoslovaquia por la acusación de tráfico de drogas acabó.
La disputa se refería al mandato del cogito cartesiano con respecto a la historia y la locura. Foucault separaba en Descartes el ejercicio de la locura y el ejercicio del sueño. En el primero la locura era excluida y este decreto de exclusión anunciaba el decreto político del gran encierro.”El encaminamiento de la duda cartesiana parece testimoniar que en el siglo XVII el peligro se halla conjurado y que la locura está fuera del dominio de pertenencia en que el sujeto conserva sus derechos a la verdad: ese dominio que, para el pensamiento clásico es la razón misma. En adelante la locura está exiliada. Si el hombre puede siempre estar loco, el pensamiento, como ejercicio de la soberanía de un sujeto que se considera con el deber de percibir lo cierto, no puede ser insensato.”[2] En el segundo, la locura se contaba entre las capacidades del sujeto cuyas imágenes sensoriales se volvían engañosas bajo la irrupción del genio maligno. Derrida le negaba a Foucault el derecho de realizar un acto de encierro basándose en el cogito.
Donde Foucault le hacía decir a Descartes que “El hombre bien puede estar loco si el cogito no lo está”, Derrida respondía que con el acto del cogito el pensamiento ya no tenia que temer a la locura, porque “el cogito vale también si yo estoy loco”. Por lo tanto, en Descartes, la locura era incluida en el cogito, su grieta es interna a la razón, y el genio maligno no se descartaba mas que para mostrar mejor que el cogito seguía siendo verdadero, incluso en el contexto de un enloquecimiento generalizado. Antes bien, Derrida reivindica no solo el carácter critico de su discurso, sino también la necesidad de que todo discurso critico reconociera su deuda con el objeto criticado. Subraya que la conciencia del discípulo, cuando quiere dialogar con la del maestro, es siempre una conciencia desdichada. Esto lo expresa en la conferencia realizada el 4 de marzo de 1963 en el Colegio de Filosofía. En consecuencia Derrida le reprochaba a Foucault que hubiera constituido un acontecimiento en estructura: la condena de la locura al ostracismo no comenzaba con el cogito sino con la victoria de Sócrates ante los presocráticos “Así pues, cualquiera que sea la relación de los griegos con la Hybris, y de Sócrates con el logos originario, en todo caso es cierto que la razón clásica y ya la razón medieval tienen, por su parte relación con la razón griega, y que es un elemento de esa herencia mas o menos inmediatamente apercibida, mas o menos mezclada con otras líneas tradicionales, como se ha desarrollado la aventura o desventura de la razón clásica. Si la distensión data de Sócrates, entonces la situación del loco en el mundo socrático y post-socrático –suponiendo que hubiese entonces algo que se pudiese llamar loco- merecía quizás que se la interrogara en primer lugar.”[3] Para pensar la historia de la locura, fuera de una totalidad estructural que amenazaba con convertirse en “totalitaria”, había que demostrar que la ruptura entre razón y locura existía en la historia de la filosofía como una figura original que desbordaba considerablemente el sistema en el que la había inscrito Foucault.
Al dar un paso hacia delante en el proyecto Foucaultiano de investigar en la locura y su tratamiento, nos debemos mover necesariamente en la medicalización y cientificalización.
En la irrupción de la relación sujeto-objeto, Re-emplazo de la relación griega hombre-mundo, seria imposible tratar de entender (la) -esta ciencia moderna- con el pensamiento antiguo de la episteme griega, o con la scientia medieval.
Enunciando ya esto, intentemos dilucidar algunos rasgos de la singularización de la modernidad.
La ciencia, la técnica, la estética, la cultura y des-diosamiento, son los rasgos fundamentales que nos anuncia Heidegger. La ciencia es una conexión de conocimientos teóricos fundados y ordenados según principios. Los conocimientos se formulan en juicios; estos juicios son verdaderos, valen, y precisamente tiene valor en un sentido estricto, no el acto de juicio que el investigador particular formula al obtener el conocimiento, sino el sentido del juicio, su contenido. Cada ciencia, concebida en la idea de su perfección, es una conexión en sí subsistente, de sentidos que tienen validez. Las ciencias particulares concretas, como hechos culturales, condicionadas culturalmente no están nunca acabadas, sino siempre en camino, en la búsqueda de la verdad. La forma y modo como se encuentran los conocimientos en las ciencias particulares, es decir el método de la investigación, está determinado por el objeto de la ciencia respectiva, y por los puntos de vista bajo los cuales ésta los considera. Los métodos de investigación de las diferentes ciencias trabajan con ciertos conceptos fundamentales cuya estructura lógica tiene que tener en cuenta la teoría de la ciencia.
Heidegger toma a la técnica moderna como intervención en la naturaleza en el sentido de imposición. La técnica desarrolla un modo de intervención que es consecuente con la devastación de la tierra. Dicho desarrollo se basa en esta imposición la que dista de su concepción en la antigüedad donde la técnica se basaba en el descubrimiento
La estética contiene un presupuesto, encierra un prejuicio que tiene que ser cuestionado. Sobre todo el de que el Hombre es el Sujeto del arte, es decir, lo que le subyace, lo que lo sostiene y lo funda, su fundamento necesario y universal, su “razón de ser”. En un escrito de Heidegger, “La época de la imagen del mundo”, que ofrece en sus primeras páginas podemos leer: «Un tercer fenómeno de igual rango en la época moderna es el proceso que introduce al arte en el horizonte de la estética. Esto significa que la obra de arte se convierte en objeto de la vivencia y, en consecuencia, el arte pasa por ser expresión de la vida del hombre»
La cultura entendida como dice Heidegger, es el conjunto del obrar humano, regido por distintos valores
Y por ultimo el desdiosamiento, es la modernización del cristianismo (la relación a los dioses, es de experiencia, de vivencia) El desdiosamiento es el proceso de doble faz por el cual, de un lado, la idea general del mundo se cristianiza, en la medida en que el fundamento del mundo es puesto como infinito, como incondicionado, como absoluto, y por el otro lado el cristianismo transforma su ideal de vida en una visión de mundo (la visión cristiana del mundo) y así se acomoda a los tiempos nuevos. El desdiosamiento es el estado de indecisión con respecto a Dios y con respecto a los dioses. El cristianismo es el principal responsable de su llegada.

Ahora bien la esencia de la ciencia moderna no radica en su exactitud, en su matematicidad, sino más bien radica en su investigación.
La ciencia moderna esta caracterizada por su proceder anticipador (rigor), por lo que acontece dentro de… lo que abre el proyecto (método, experimento) y por su carácter de empresa que invita a la especialización.
El proyecto Foucaultiano se ve en constante paradoja, en cuanto hay conciencia de la locura, pero se pierde en la multiplicidad. Identifica dos conciencias, que son, la conciencia critica, que se caracteriza por haber una relación excluyente, la razón se juega todo por sobreponerse a la locura, es pues una exclusión ontológica, en la que la locura es por la razón.
Y la conciencia practica, es aquí pues donde comienza el internamiento de la locura. La percepción de la locura no es un hecho macizo, homogéneo, sino múltiple, heterogéneo.
A pesar de esto en las dos conciencias –critica y practica- hay teoría y practica conjugadas
Hay también una nueva irrupción donde se distingue un cambio en la conciencia social de la locura, donde también hay conjugadas teoría y practica, irrupción de la conciencia analítica y la conciencia enunciadora.
No es necesario precisar tanto en este ensayo ciertos conceptos, con el afán de no dilatar, de manera que resulte menos tedioso leer.
Dentro de la conciencia analítica se manifiestan las percepciones sensibles acerca de la locura, existe una conciencia palpable del reconocimiento de la locura. La propiedad para enunciar la locura deja se la del yo con el loco, y pasa a ser del loco con los otros (conciencia inquisidora si se toma la imagen de “El gran inquisidor”, óleo de Ismael de la Serna, en la que el juez mira un acto de marionetas), el loco es el otro en medio de los otros, por lo tanto hay una identificación inmediata, lo que produce el ver al loco como algo cercano, no obstante la locura para el yo es lejana (no se sabe lo que es la locura puesto que se determina solo al loco como objeto dentro del mundo).
Hay aquí una identificaron de dos preguntas la pregunta medica y la pregunta critica. La pregunta médica sitúa a la locura en un ámbito natural, por tanto sitúa a la locura ya no en un ámbito negativo, sino más bien en uno positivo. Esto mezclado con la pretensión de la conciencia analítica que busca identificar en la locura aquello que hable de si (razón), nos dará paso a hablar de los rostros de la locura, para luego enmarcarlos en la ciencia moderna medicalizada.
En el siglo XIII los Nosografos, comienzan a identificar tipos de locura, clasificándolos y agrupándolos, con esto la locura pasa a ser otro mal dentro de las enfermedades. Toma también la locura ante la razón una doble razón de ser, “yo soy razonable, el loco es irracional.”, pero con un objetivo medico también la locura merece ser estudiada y comprendida, en la búsqueda Nosografica, se encuentra también la razón.
La locura es una negatividad en la época clásica hasta la medicalizacion.
En cuanto a la hipótesis del genio maligno rescatada por Derrida para antes salvar su planteamiento con respecto a Descartes, ¿no existe acaso una cierta esquizofrenia?, la hipótesis del genio maligno es una hipótesis atrapada, encerrada en la imaginación, “Supondré, pues, que existe, no por cierto u verdadero Dios, que es la soberana fuente de verdad, sino cierto genio maligno, tan astuto y engañador como poderoso, que ha empleado toda su habilidad en engañarme. Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y todas las cosas exteriores que vemos no son sino ilusiones y engaños de los que se / sirve para sorprender mi credulidad.”[4] El planteamiento de la hipótesis es justamente lo que la hipótesis pretende interrumpir en pos del cogito es parte de la duda metódica suspender la imaginación, Descartes hace un doble juego en el que dentro hay vacío, en pos de la duda suspendo la imaginación pero para llegar a la duda imagino al genio maligno.
La posición de Derrida no apuntaba a la construcción por Foucault de un dominio de la locura lejano en los archivos, sino a una interpretación demasiado condicionada, por ser demasiado estructuralista, del sistema de las distribuciones. Se trataba de una primera etapa de una crítica interna de la historia del estructuralismo francés –como proceso histórico moderno o posmoderno-, mediante la cual Derrida se propone desconstruir, la utilización, considerada dogmática, de los datos de la lingüística Saussureana en las ciencias humanas.
Derrida emprende un cuestionamiento y propone un replanteamiento del desarrollo del conocimiento humano a través del tiempo, mediante el análisis histórico y conceptual sobre la episteme, el logos y la verdad y el innegable reflejo proyectado en la literatura, como arte que recoge las inquietudes humanas. Con despliegue de reflexiones, el autor argumenta, en el Exergo, que en Occidente ha existido una firme tradición basada en un paralelismo entre el logos (aquí entendido como pensamiento) y la verdad: la historia de la metafísica…. más allá de sus límites aparentes, de los presocráticos a Heidegger, asignó siempre al logos el origen de la verdad en general… En ese orden de ideas, el teórico objeto de nuestro estudio, inicia su planteamiento, con lo que él llama nombres propios de la forma en que más, tales como la Historia de la Metafísica, El pensamiento cartesiano, el Idealismo hegeliano, éste con carácter de contestatario al pensamiento de Rousseau y Lévi –Strauss , las fisuras del Logocentrismo encarnadas en Nietzche, Heidegger y Freud, así como nombres comunes como el lenguaje, la escritura, el significado, el signo y el suplemento. La primera parte es recorrida por una constante: la propuesta de no olvidar lo que él denomina el centro; Derrida parece querernos comunicar la urgente necesidad de un replanteamiento que implica un destino que va más allá de las oposiciones: significado/significante, verdad/mentira, razón/espíritu, saber/poder; propone una des-construcción que tiene su fuente en este logos, pero, agregaríamos nosotros, sin desatender el logos mismo. La posibilidad de desconstrucción surge… desde el interior, extrayendo de la antigua estructura todos los recursos estratégicos y económicos de la subversión, extrayéndoselos estructuralmente, vale decir sin poder aislar en ellos elementos y átomos. Así entonces queda claro que la atención sobre el logos no implica eliminaría el carácter de sospechosa, por ejemplo, de la idea hegeliana, que asimilaba el signo a la idea, así como del cogito cartesiano que hacía supeditar la existencia al pensamiento. Podemos afirmar entonces que en la sospecha subyace la atención.






Pablo Zúñiga Molina
[1] Rene Descartes, “Obras Escogidas”,BB. AA., Sudamericana, Pág.217.
[2] Michelle Foucault, “Historia de la locura en la época clásica I”, México, FCE, Pág. 78
[3] Jacques Derrida, “La escritura y la diferencia”, “Cogito e Historia de la Locura”, Pág. 61
[4] Rene Descartes, “Obras Escogidas”,BB. AA., Sudamericana, Pág.221